Thursday, December 23, 2010

Armas en manos de cazadores

La facilidad con la que los cazadores pueden obtener una licencia de armas y su acceso a las mismas, contribuye a que el número de accidentes y asesinatos cometidos con ellas aumente cada vez mas
Julio Ortega Fraile | Matar por Matar NON 
www.kaosenlared.net/noticia/armas-en-manos-de-cazadores

Quien solicita una licencia de armas puede hacerlo por diversos motivos: en razón de su profesión, como por ejemplo un policía; con la intención de protegerse en caso de asalto, tal sería el caso de un joyero; o para matar, ahora hablamos de un cazador. A todos ellos se les concede pero, ¿el porqué de la petición no lleva implícita la idoneidad, o no, mental e incluso ética del aspirante a poseer una pistola o un rifle? Me explico.
Todos comprendemos que los miembros de las Fuerzas de Seguridad porten un arma, o que lo hagan ciertos comerciantes por su situación de especial riesgo, y casi nunca oímos que unos u otros las utilicen para cometer un crimen. Es importante recalcar que no me estoy refiriendo a delincuentes habituales armados, sino a ciudadanos que un mal día deciden disparar contra seres humanos.
Pero ahora hagamos recuento de cuántos homicidios y asesinatos se perpetran con armas de caza, o lo que es lo mismo, cuyo autor es un cazador. El último, acaecido en Olot, probablemente ocupa por el número de víctimas, junto con el de los Hermanos Izquierdo en Puerto Hurraco, uno de los puestos de cabeza en una extensa y siniestra lista en nuestro País, donde aparecen casos de ajustes de cuentas, venganzas, disputas vecinales y laborales o los llamados crímenes de “violencia de género”.
Sí, ya sé que es preceptivo superar un test psicotécnico, pero no parece que esa prueba sea determinante para detectar ciertas inclinaciones en el solicitante, de otro modo y volviendo al cazador de Olot, no se entiende que mantuviese vigente su permiso de armas cuando era conocido su carácter pendenciero y que numerosas noches salía a la calle vestido de sheriff y comportándose como si realmente lo fueraY el de este hombre no es un caso aislado, las hemerotecas registran abundantes reseñas en las que cuando ya era irremediable, la gente recordaba las amenazas y la actitud violenta mantenida a lo largo del tiempo por el individuo que acabaría disparando su arma de caza contra otra persona.
¿A qué se debe, entonces, tanta laxitud en lo que deberían de ser requisitos muy estrictos puesto que ponen en manos de un sujeto un instrumento pensado para matar a distancia? La respuesta es, una vez más, el dinero. Ni los cazadores se creen que hayan de echarse al monte para procurarse alimento, y menos todavía para obtener pieles con las que abrigarse, así que no se trata más que de un mercado muy goloso en el que unos, los consumidores, se gastan cantidades nada despreciables en equiparse para acabar con la vida de animales, y otros, los comerciantes de armas y munición, de ropa especializada, de perros, de vehículos y remolques, taxidermistas, propietarios de cotos, etc., se lucran de todo lo que mueve la muerte de esas criaturas. Para las administraciones resulta mucho más rentable electoralmente aparecer como valedores de lo que denominan “generación de riqueza”, que anteponer el sentido común y la ética legislando con mayor rigidez para minimizar el riesgo de tragedias previsibles, y no “fatalidades”, como les conviene denominarlas.
Un pasado de mayor poder adquisitivo para muchos ciudadanos propició que el número de rifles aumentase hasta tal punto, que hay personas que con la disculpa de utilizarlas para la caza disponen en sus hogares de numerosas armas – no siempre declaradas - . Y mientras eso ocurre las leyes para los cazadores se han mantenido invariables en ciertas normas de seguridad, como la de la prohibición de efectuar disparos a una distancia menor de 50 metros de una carretera y de 100 metros de un núcleo poblado, que si tiempo atrás, cuando una escopeta tenía un alcance muy limitado, podían constituir una mínima garantía, hoy en día son por completo inútiles teniendo en cuenta las especificaciones de las armas modernas.
Más allá de casos como los citados, en los que las muertes por armas de caza son intencionales, es noticia cotidiana la existencia de los llamados “accidentes”, que van desde el paseante que recibe un tiro letal en la cabeza cuando camina por el monte, al disparo que entra en el interior de un restaurante en el que se está celebrando un banquete, pasando por impactos en fachadas de viviendas. Y en muchos de estos sucesos, el lugar en el que hizo blanco el proyectil estaba situado a cientos de metros del lugar donde se desarrollaba la cacería, lo que da buena cuenta de cómo la legislación parece más ajustada al uso de un tirachinas que de los rifles empleados actualmente para la actividad cinegética. Una ley adecuada al respecto haría disminuir en gran medida el estremecedor número de siniestros de esta naturaleza que se suceden en nuestro País.
De cualquier modo, lo irrefutable es que quien pide una licencia de armas para cazar la está demandando para matar a seres vivos, y esa pretensión tendría que constituir per se un impedimento para obtenerla, pues si apretar el gatillo contra un animal por el placer de hacerlo ya es algo perverso, hay que sumarle la certeza - ampliamente demostrada y documentada por psiquiatras e historiales delictivos – de que es común encontrar episodios de violencia con animales en los antecedentes de sujetos que después la han ejercido contra personas. Y quien es emocional y éticamente estable, con aptitudes para la tenencia de un arma, no desea hacerse con una para matar, y no lo hace porque no encuentra satisfacción en arrebatar una vida. Quien viste ropas paramilitares, muestra prepotencia y brusquedad, se lleva por delante a seres vivos de otras especies, maltrata a sus perros y convierte todo ese universo violento en su pasatiempo irrenunciable, está ofreciendo evidencias innegables de su carencia de condiciones para disponer de armas, pero la realidad indica que es precisamente ese tipo de persona quien solicita la licencia para poseerlas y a quien se le otorga. En ese instante se está cometiendo una negligencia, por muy legal que sea con la actual normativa, que en no pocas ocasiones desembocará en un drama.
Por esos motivos, más allá de las habituales piezas cinegéticas, en España se pudren innumerables cuerpos de perros de caza asesinados por sus propietarios o por otros con los que éstos mantenían algún tipo de rivalidad; de caballos, y la Provincia de Pontevedra es un triste ejemplo de las docenas de equinos con munición de caza alojada en su cadáver; o de seres humanos abatidos a tiros gracias a que un día se cruzó en sus caminos un cazador. La nueva Ley, a la que los escopeteros oponen una resistencia enconada, acaso alivie la herida, pero no va a dejar de sangrar, no lo hará mientras mediante un trámite burocrático cualquiera pueda obtener una licencia tipo D o E para matar animales. Y sí, el ser humano también es un animal. Tal vez por eso algunos no distingan cuando disparan.
Julio Ortega Fraile
Comentarios recibidos por Julio Ortega en este artículo publicado en Kaos en la Red: 
#5.- Ves almedico, por tu bien.
Agreste|23-12-2010 09:03
Es obvio que con tantos articulos que mandas todos los dias contra los cazadores tu no puedes trabajar, ni aunque fueses funcionario.¿A que te dedicas?¿estas prejubilado?.
Me preocupa esa inquina tuya visceral, quizas resultado de alguna experincia violenta en tu infancia con algun cazador.¿Es por eso?
Un consejo de amigo: Vete al medico antes de que te afecte al resto de las neuronas. Feliz Navidad.
#7.- Absurdo
HozyMartillo|23-12-2010 10:45
Yo también soy un lector asiduo de esta página, también soy de izquierdas y también soy cazador. Y me parece que, amigo Julio, te columpias con esta sarta de tonterías. Poco ayudas a la causa con tu miserable demagogia. Ese conjunto de insensateces que acabas de decir no hace si no desacreditar a páginas tan importantes, al menos para mí, como esta. Deja de mezclar churras con merinas y de dártelas de intelectual visionario porque no tienes ni puta idea de lo que hablas y tus modos fascistas son vomitivos. Feliz Vanidad
#8.- pura demagogia
proletario|23-12-2010 10:57
Demagogia (del griego δῆμος -dēmos-, pueblo y ἄγειν -agein-, dirigir) es una idea política que consiste en apelar a emociones (sentimientos, amores, odios, miedos, deseos) para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.Asi se define demagogia y este articulo es un claro ejemplo de ello. Le recuerdo al autor la frase " A mi no me dan miedo las balas, lo que da miedo es la velocidad que llevan", pues usted tiene mucha velocidad en sus palabras.  Ultimamente en España en vez de regular, se prohibe lo que sea en aras de la libertad de un sector de poblacion, haciendo marginal al otro. ¿Porque no prohibe los coches de gran cilindrada que son causa de mas accidentes mortales?. Seguro que es de los que andando por el campo coge una cria de corzo que la madre ha escondido "porque esta abandonada" , error porque ha sentenciado a muerte a ese animal por desconocimiento. Deja caer que todos los cazadores podemos ser maltratadores del sexo femenino, y afirma que matamos nuestros perros. Tambien afirma que sacrificamos animales por diversion, le recomiendo encarecidamente que lea cierto prologo de Ortega y Gasset y se culturice un poco, desde luego la opinion de un filosofo tan reputado me parece mas aleccionadora que la suya acerca de la caza.Usted que parece tan "progre", deberia saber que no hay actividad mas proletaria que la caza.

Aquí os pongo mi respuesta a los comentarios de los cazadores: 

#10.- Los cazadores: ejemplos de bondad y sensibilidad

Julio, has ofendido a los cazadores, esas almas cándidas,   ejemplos de hermandad, fraternidad y solidaridad. Me faltan adjetivos para describir a estos dechados de virtudes, todas terminadas en dad, pero no tienen maldad. ¡Cuidado! Termina en dad pero es una imbecilidad llena de fealdad aplicarlo a su personalidad. 
Ellos matan el tiempo matando animales indefensos con toda impunidad, porque su caridad termina cuando la víctima no está protegida por la ley. ¡Sería una iniquidad!
Imagina por un momento una sociedad sin cazadores.   Nos devorarían los conejos, los jabalíes, los ciervos, los pájaros. ¡Gracias a ellos estamos vivos!
¡Cuanta magnanimidad, gracias a su facultad de eliminar la sensibilidad de su humanidad!. ¡Si son todo bondad, generosidad y espiritualidad sin hostilidad!
Los cazadores que maltratan y asesinan a sus mujeres son casos aislados, como aquel que mató a su mujer con una azada en Pinos Puente, después haberla amenazado con una escopeta de caza. http://www.20minutos.es/noticia/756712/0/azada/absuelto/juez/, o como contó una sobreviviente de maltrato: "Ponía en fila (a sus cinco hijos) y les daba a elegir el cinturón con el que querían que les azotara”. En una ocasión “vi la pistola en mi cabeza”.http://www.20minutos.es/noticia/880483/0/supervivientes/maltrato/machista/
Los peligrosos somos nosotros, los que defendemos (sin armas) a los animales indefensos que tiene la desgracia de no haber nacido humanos.
Yolanda Plaza 





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